“Seguir fortaleciendo y mejorando el proceso de protección a mujeres víctimas de violencia, trascendiendo la respuesta judicial, hacia un abordaje sistémico e integral del fenómeno, que involucre a toda la sociedad en procesos de sensibilización, prevención y erradicación de la violencia”, es una de las necesidades identificadas por el especialista en género Ángel Pichardo Almonte, ante los retos pendientes en relación a ese flagelo social en el país.
Al exponer en el “Seminario de Masculinidad y Violencia de Género”, coordinado por el programa Casa Comunitaria de Justicia de Participación Ciudadana (PC) y la Sociedad Comunitaria, Pichardo Almonte, quien además es médico, investigador y profesor universitario, abogó por un relacionamiento entre hombres y mujeres basado en el amor y la solidaridad.
“La violencia contra las mujeres es uno de los principales problemas que afecta la seguridad e integridad de las mujeres y las familias en la República Dominicana. Es provocada principalmente por los hombres y, según la teoría de género, se caracteriza como violencia machista contra las mujeres”, señaló.
Pichardo Almonte destacó que a pesar de los avances en los procesos judiciales y legislativos, este tipo de violencia continúa afectando a las féminas.
“Un 29.8% de las mujeres entre 15 y 49 años de edad, que han estado casadas o unidas, han experimentado alguna forma de violencia por parte de su pareja o ex pareja (ONE, 2009). Según los datos arrojados por la Procuraduría General de la República Dominicana, del 2005 a noviembre 2012, fueron registrados 1,515 casos de feminicidios. Reconociendo que muchos de los casos de violencia contra las mujeres permanecen aún sin registrarse, estas cifras resultan alarmantes”, lamentó.
Dijo que es también preocupante cómo se han manifestado los actos de violencia de hombres hacia mujeres de manera cada vez más cruel: acoso, tortura, uso de sustancias químicas, como ácidos, y secuestro previo al asesinato.
“Por otro lado, se hace cada vez más evidente que abandonar el espacio compartido con la pareja donde la mujer había sido sometida, no es garantía de preservar su integridad. Recientes feminicidios han ocurrido en otros espacios a los que la mujer ha recurrido para preservar su vida. Además, las agresiones se han extendido más allá de la mujer, hacia sus familiares y allegados”, puntualizó.
Aseveró que el problema plantea diversos y nuevos desafíos para su prevención y erradicación, por lo que llamó a romper con mitos que culpabilizan a las mujeres de su situación de violencia y a continuar desarrollando las capacidades que aportan a su empoderamiento, logrando una participación activa en sus luchas, reivindicaciones sociales, reconocimiento de sus derechos y el respeto de los mismos.
Sostuvo que es necesaria la participación consciente, activa y asertiva de la masculinidad en el proceso de prevención y erradicación de la violencia, “siendo los hombres los principales perpetradores de la violencia contra las mujeres”.
El profesor Pichardo Almonte se quejó de que en el país se carece de políticas públicas y programas que aborden la prevención de la violencia en los hombres, limitándose sólo a trabajar con agresores imputados.
“Históricamente, la sociedad ha construido lo que significa “ser hombre”. La cultura, la época y la etnia, definen cómo el hombre vive la sexualidad, la afectividad, el trabajo, el ejercicio del poder con relación a los otros hombres, a los niños y las niñas, a las mujeres y a la naturaleza. El desafío se encuentra en romper con la visión tradicional de que el hombre debe ser violento, machista, negar la emocionalidad y que debe concebirse como superior a la mujer. Además, reconocer que la masculinidad no debe ser “naturalmente” asociada a la violencia ni reducida a ésta, sino que hay toda una gama de factores que influyen en la construcción social de las masculinidades y que deben ser abordados de manera sistémica para poder lograr cambios trascendentales en la forma de relacionarnos”, explicó.
Subrayó que se debe reconocer la violencia como problema social que afecta no sólo a las mujeres, sino también a niños, niñas, personas envejecientes, y a toda la sociedad, y que amerita el involucramiento de instituciones públicas y privadas, organizaciones de la sociedad civil y comunitarias. “Es decir, la sociedad en general, en el proceso de prevención y creación de conciencia”.
En la parte final del encuentro, se realizó el lanzamiento de la campaña de información y educación del rol del hombre en la prevención de la violencia de género y se firmó un convenio interinstitucional entre Participación Ciudadana y la Sociedad Comunitaria, a implementarse en las Casas Comunitarias de Justicia.