- ASISTENTE EJECUTIVA
La familia Flores está compuesta de cuatro hermanos y uno que había fallecido hace algún tiempo, pero que dejó dos hijos. Los Flores tenían cerca de cinco años en conflictos familiares producto de una herencia de una casa que había dejado su madre, pero no se habían puesto de acuerdo en el valor que le correspondía a cada uno de los herederos ni en el precio de venta.
Además de no ponerse de acuerdo por lo antes descrito, el hermano mayor reclamaba la mitad de todo por ser quien vivió con su madre desde siempre.
Debido a que encontraron un posible comprador habían tratado de ponerse de acuerdo entre ellos, pero el mayor de los hermanos se oponía por lo que decidieron apoderar los servicios de un abogado y tampoco fue posible llegar a un acuerdo eficiente entre las partes.
A raíz de todas estas circunstancias, toda la familia fue perdiendo el interés de comunicarse efectivamente y reinaban las amenazas, riñas y contienda entre los hermanos y sobrinos.
Al conocer cómo se habían incrementado las asperezas de la familia, el mismo abogado que habían apoderado les recomendó visitar la CCJ-Moca y una vez comparecieron, fueron orientados legalmente acerca de la partición de la herencia y lo que le correspondía a cada miembro de la familia, donde todos, menos el hermano mayor, acordaron vender al precio que había ofertado el comprador y repartir equitativamente. Luego se procedió a citar por la Unidad de Conciliación al hermano mayor para concientizarlo y evitar un conflicto mayor.
El día de la primera cita el hermano mayor no compareció y se le envío una nueva cita, puesto que los demás herederos ya estaban de acuerdo. En la segunda cita el hermano mayor sí compareció y expresó su desacuerdo con la partición, puesto que él había vivido con su madre y debía corresponderle más dinero que los demás «Mi mamá siempre me consintió porque yo me quedé con ella y ahora eto’ hermano quieren partir lo que me corre´ponde» expresó.
Debido a los argumentos erróneos que presentaba este hermano, fue orientado legalmente de cómo son repartidas las herencias que su parte no aumentaba porque había vivido con su madre, sino que podría aumentar si tuvo algún gasto de enfermedad o funerario para con esta. Si este era el caso, entonces sus hermanos podían pagarle esos gastos.
El hermano mayor expresó que todos los hermanos lo habían ayudado con los gastos, pero que un vecino le había dicho que por vivir con su madre le correspondía una parte mayor de la herencia, «uté’ sabe que todo el mundo opina y a mí siempre me dijen que si yo vivía ahí esa casa era la mita´ mía, pero ya veo que eso fue un mal consejo».
Luego de esta sesión el hermano mayor pidió un plazo para analizar la situación y en horas de la tarde de ese mismo día, volvió de nuevo y expresó que estaba de acuerdo que se vendiera, por lo que se procedió a llamar a cada miembro de la familia para reunirse al día siguiente. El día de la tercera cita, incluyeron al comprador para también hacer la venta y distribuir la herencia que tantas incomodidades les habían causado.
Luego de concluir los trámites los hermanos fueron disculpándose uno a uno y reconociendo que la familia debía estar unida y que todo fue producto de la mala orientación y falta de comunicación entre ellos. Decidieron honrar la memoria de su madre y restablecer la armonía porque según estos «Nosotro´solo nos tenemo´a nosotro´». Como esta historia, son muchas las que se presentan en las unidades de servicio de la CCJ, donde las familias no han sido orientadas debidamente por un abogado/a y algunos miembros creen tener derechos por encima de los demás lo que ha provocado amenazas, riñas y hasta la muerte entre hermanos o familiares cercanos. Solo en el año 2019, las unidades de mediación y conciliación de las CCJ recibieron aproximadamente 500 casos de herencias, lo que denota la relevancia de este tema en las comunidades vulnerables.